Blog literario de reseñas, tips de escritura, noticias y todo lo relacionado a la literatura

Donde nuca llueve - B. J. Castillo (fragmento)



Donde nunca llueve

Había dejado de nevar hacia el amanecer, pero el cielo aún se mantenía nublado. Un remolino de moscas emprendió vuelo cuando el detective Hope y su compañera pasaron por la cubierta del Divine. A un cuarto para las diez de la mañana, y siendo un día tan nublado y álgido como este, aquello (las moscas) no debía augurar nada bueno, pensó Hope. 

Y así fue. 

Al entrar en la cabina, lo olió. El terrible hedor del que habían hablado Moose y Jefferson penetró en sus fosas nasales como un torrente de agua nauseabunda pasando a través de un canal de desagüe. La detective Simms maldijo a la vez que se tapaba la boca y la nariz con la mano y giraba la cabeza para evitar, claramente, irse en vómito como ya habían hecho otros dos en su momento. A su lado, Hope remangó la nariz y notó cómo sus propios ojos se tornaban lacrimosos. «Algo lleva semanas pudriéndose aquí», pensó, evocando las palabras de Moose. En la cabina también estaban Louis Bell y Nasri Atweh, técnicos forenses, que, como la mayoría de su gremio, parecían inmunes al repulsivo hedor, que sólo era una insignificante añadidura a la cruenta escena del crimen que se presentaba. 

Hope apenas pudo apartar el pie a tiempo cuando se fijó, de refilón, que estaba a punto de manchársele con la sangre que se hallaba dispersa por el rutilante suelo de madera. 

—¿Qué tienes para nosotros, Louis? —preguntó Hope. 

El perito giró la cabeza de golpe como si recién acabara de notar la presencia de los detectives en la cabina. Si así fue (y seguramente sí), no lo dijo. Estaba inclinado cerca del cuerpo con las manos enguantadas en látex. Tomó aire. Perlas de sudor rezumaban en su frente pese al frío que imperaba en el ambiente. Volvió la mirada hacia el cadáver con un meneo tardío. 

—Ernest Diggs. Sesenta años. Era propietario de esta encantadora chalupa, o eso dicen los papeles que Nasri encontró en su camarote. —Su compañera agitó los papeles aludidos que tenía en las manos. Louis continuó—: Sirvió en el ejército. Sus chapas estaban con los documentos. No tiene familia. Tampoco amigos. Excepto por el señor Glenister, que, la verdad, dudo que haya sido alguna vez amigo suyo; yo creo, más bien, que sólo es un viejo charlatán que vino a fisgonear aquí y, por casualidad, encontró esto. 

Y con esto, se refería al hombre muerto que yacía boca abajo con un brazo colgando del timón y la cabeza vuelta en un ángulo antinatural. Vestía pantalones vaqueros, un pesado impermeable de tela basta y mitones de cuero («Oh, vaya, al menos él no los olvidó», bufó Hope en su fuero interno). Iba descalzo. Quien lo viese, pensaría que el hombre trastabilló y se rompió el cuello al caer. Pero los orificios sangrantes en su dorso y su cabeza contaban otra historia. 

—Y todo parece indicar que lleva viviendo aquí varios años —añadió Louis—. Solo. 

—Un solitario lobo de mar. —Nasri habló con tono sombrío; estaba de pie en el otro costado del cadáver, con la vista gacha. Tenía en las manos los documentos (incluidas las chapas aludidas) del difunto señor Diggs. Llevaba el cabello recogido. Del cuello le colgaba la Nikon, que, especuló Hope, debió usar al llegar a la escena para sacar las fotos pertinentes. 

—¿Cómo? —preguntó fríamente Hope. 

Alzando la vista, Louis respondió: 

—Ocho disparos: cinco en la espalda y tres en la cabeza. 

—Si los disparos no lo mataron de inmediato, lo hizo el suelo cuando le rompió el cuello —añadió Nasri como dato macabro. 

—¿Alguna idea de cuándo ocurrió? 

—La sangre sigue fresca. Un poco coagulada, sí. No podría darte una hora exacta hasta que hagamos más estudios, pero esto parece apuntar que fue en algún momento de la madrugada. Al despuntar el sol, o antes. 

Al parecer, Hope (y tampoco de cierto modo el oficial Moose) no se había equivocado al pensar que lo que fuera que hubiese pasado en ese barco no fue hace mucho tiempo. 

La detective Simms, limitándose a respirar por la boca, preguntó: 

—Ese olor. ¿De dónde viene? 

Hope sabía a qué se refería. Si el cuerpo apenas tenía pocas horas, era imposible que este fuera el causante de tan repugnante fetidez; es más, pudo haberse descompuesto por una semana entera y nadie lo hubiera notado. El aroma a pescado rancio que colmaba la cabina del pequeño barco pesquero se superponía a los demás aromas que llegaban del exterior (como los olores de la bahía; o del hielo, que flotaba en el aire tras la reciente nevada). Alrededor había varios cubos metálicos: de ellos debía provenir el fétido olor, intuyó Hope. 

—Pescado —contestó Nasri—. Ese balde de ahí. —Con la mano que sostenía los documentos del señor Diggs, y el ceño fruncido, le indicó cuál—. Está lleno de arenques en un estado avanzado de putrefacción. Creemos que fue puesto aquí tras el asesinato. 

—Por el homicida —añadió Louis. Miraba fijamente a Hope y Simms. 

Hope bien sabía lo que su mirada quería decir. Y decía: «Asesinato premeditado». 

Louis se levantó. Se pasó el dorso del brazo por la frente para retirar las gotas de sudor que la perlaban. Respiró hondo. Por lo visto, el horrible hedor, como el frío que regía en esa velada mañana de diciembre, no parecía afectarle, apreció Hope. Después, éste, cuidadoso, se acercó más al cadáver, fijándose por primera vez en el perfil de la cara exageradamente ladeada del hombre que yacía sobre un charco de sangre medio congelada. 

En éstas, se preguntó qué habría hecho ese lobo de mar para merecer una muerte como esa.

Lauren Flynn


B. J. Castillo

Sobre el autor

No diré que siempre quise ser escritor. Aunque no aspiraba a convertirme algún día en autor, o siquiera escribir un libro, desde muy joven empecé a escribir para mi disfrute y el de sus compañeros de clase, ya que mis primeros trabajos constaban de tramas pequeñas para obras escolares. Fue en 2013 cuando empecé a interesarme por la lectura, lo que me llevó a querer realizar mi primer trabajo. Así pues, aprendí a escribir y a estructurar la trama de una novela fijándose en la prosa de quienes hoy otros autores como George R. R. Martin. Completé mi primera novela titulada Lunas Caídas (2015), de la saga juvenil Crónicas de Luz y Oscuridad. A ésta le continuaron otros tres volúmenes publicados en años siguientes, Estrellas Danzantes (2016), Soles Rotos (2016) y Noches Eternas (2017), y una precuela titulada Antes del Amanecer (2017). Me gusta reinventarme en la literatura, por lo que en la actualidad he abordado los géneros fantasía, ciencia ficción y thriller. Estudio Comunicación Social, mención periodismo, y compagino la escritura de la serie «Crónicas de Luz y Oscuridad», con la serie «Gente del Futuro», que cuenta con dos volúmenes publicados. Me considero una persona tranquila con gustos sencillos y nada exigente. Para mí, un día en el que no haya leído un libro y escuchado música, es un día desperdiciado. Y soy amante (adicto) al café.


Enlaces

Obtén Donde nunca llueve aquí
Obtén sus libros en Amazon
Instagram: @b.j.castillo
Goodreads: B. J. Castillo


Sinopsis

Han pasado veinte años desde que el asesino en serie, Harvey Flint, cometió su último crimen antes de desaparecer sin dejar rastro. Pero esto está por cambiar cuando una cadena de brutales asesinatos empiece a azotar a Salem, Oregón, en el apogeo de un crudo invierno.

Lauren Flynn, detective del departamento de policía, y su compañero, Jeff Harcourt, deben investigar estos crímenes, cuya brutalidad se remonta a los cometidos hace veinte años. Entre tanto, Lauren debe lidiar con un dilema cuando descubre un terrible secreto que podría poner en duda la integridad de todo el departamento de policía. ¿Qué decidirá? ¿Podrán ella y Jeff detener al asesino antes de que ataque de nuevo? Donde Nunca Llueve es una novela real, estremecedora, donde la certeza de que lo peor todavía está por venir se percibe en cada página.

Con Bosque Negro, B. J. Castillo hizo su debut en 2019 en el Premio Literario Amazon. Con su precuela, Donde Nunca Llueve, hace una nueva apuesta para la edición de 2020 del concurso, también dentro del género thriller.

Se parte de mi iniciativa aquí

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.